D. Alberto Recarte sigue insistiendo que esto se va al tacho, que hay que tomar medidas y que le horroriza que Rajoy pregunte si va a haber nuevos recortes. Propone reformas en los ámbitos fiscales, laborales, financieros y en el sistema de seguridad social.
Hay que hacerse alguna pregunta, ¿la crisis económica es consecuencia de la crisis del sistema político? , o la ¿la crisis política es consecuencia de la crisis económica? ¿tienen algo que ver?
Un sistema político, que se dice democrático, pero corrupto e ineficaz de corte totalitario e intervencionista en la sociedad y, por tanto, en la economía ¿puede ser beneficioso o perjudicial para la economía de los ciudadanos y del país?
La corrupción no es un problema exclusivo de las dictaduras, de hecho ha habido dictaduras con menor nivel de corrupción que en algunas democracias, incluso en el mismo país en distintos momentos del tiempo, como España. Un aspecto imprescindible para evitar la corrupción estriba en tener un sistema legal serio, con separación de poderes, con independencia judicial y fiscal, con leyes duras y cumplimiento íntegro de las penas; pero para evitar la corrupción hay que evitar que haya ocasión de corromperse para lo cual es necesario que no haya quien pueda corromperse ni materia que pueda prestarse a la corrupción.
Si admitimos que el Estado, sea gobierno central, autonómico, provincial o municipal debe tener un papel predominante en nuestra sociedad estaremos abriendo la puerta de par en par a la corrupción. Tendremos miles de sujetos corrompibles y miles de materias sobre las que corromperse. Si le añadimos un sistema legal permisivo, aliado del poder, nos da el resultado de corrupción generalizada. Es curioso que a mayor proximidad al ciudadano mayor sea el nivel de corrupción, véase el área de urbanismo de los ayuntamientos.
Si reducimos el número de administraciones, administradores y materias administradas, si hacemos a funcionarios y políticos responder con su patrimonio de sus fechorías, si los representantes políticos son elegidos en listas abiertas y pudiésemos llegar a establecer sistemas ágiles de voto electrónico para intentar someter el mayor número de cuestiones a la decisión de los ciudadanos podríamos reducir la corrupción y mejorar, al mismo tiempo, el compromiso de los ciudadanos en la toma democrática de decisiones.
Efectivamente, hace falta una reforma política.
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