Lo de los países musulmanes ya es la repanocha. Por lo visto llevan años intentándolo y ahora vuelven a las andadas, quieren que se reconozca en el derecho internacional la pena por blasfemia.
En Pakistán han condenado a la horca a una cristiana, Asia Bibi por ese inexistente delito. Y eso que Pakistán es aliado de Occidente, si no llega a serlo no se sabe qué harían. En otros países del mismo credo, no se puede levantar ni una capilla, no hay libertad de culto. Y se les respeta en los organismos internacionales. En estos casos no aparecen las subvencionadas ONGs progres de turno a denunciar que en muchos países musulmanes ser cristiano es lo mismo que ser un proscrito. Ser cristiano no es un valor en boga; si eres feminista, ecologista, pacifista, homosexual, defensor del oso panda o de las focas, de las dictaduras de izquierdas o del cambio climático, defensor de la discriminación positiva en todo lo que se precie, entonces sí, la piji-progresía se puede volcar en tu apoyo.
Pero nuestro problema es siempre el mismo: esperar lo imposible. La izquierda ha conseguido esa aureola moral, ese estar por encima de; la sociedad espera una señal de esas sectas bien-pagadas para considerar que una causa es defendible. Ajena a un pensamiento propio se mueve por las mediocres causas que le proporciona el telediario. Y si no hay, nos queda el fútbol que también da mucho de sí.
La derecha política en España está dormida , ni tiene causas, ni ideología, ni por supuesto el valor para defender lo poco que le queda. Su máximo exponente, el PP, que ni está ni se le espera en la defensa de nada que suponga un mínimo de valor y coherencia. Hoy riñen a su hijo por usar el español, hacen causa común con quienes les aborrecen, mañana quieren las mismas competencias de un estatuto que ellos mismos han recurrido, pasado se pelean por los ríos, el otro día abandonan a los que se oponen a la negociación con ETA a los que otrora apoyaban. Un desastre, vamos.
Es que no aprendemos: nada podemos esperar de los partidos políticos en el sistema actual. Pero si no somos conscientes de nuestra propia fuerza nada podremos hacer. No podemos esperar que otros nos resuelvan la papeleta. Nada es más eficaz que un golpe en la mesa cuando te pretenden tomar por idiota. Y los políticos lo están haciendo todos los días y a todas horas y se lo estamos consintiendo con nuestra pasividad. Necesitamos reaccionar ya, podemos hacerlo y conseguir muchas cosas. No es tan difícil, pero hay que ponerse.
En un país de pasotas, Rajoy es el príncipe y Zp el rey. El príncipe espera su momento, poder realizar su ambición personal. Pero no se trata de personas, se trata de ideas aunque las personas sí importan. Que nadie espere nada bueno ni de Zp ni de Rajoy, ya sabemos lo que pueden dar de sí.
Se necesita que la sociedad exija ya los cambios imprescindibles para evitar que nos vayamos al garete:
- listas abiertas, responsabilidad ante los votantes.
- reforma del título VIII de la Constitución, supresión de las autonomías. Exclusión de los independentistas de la vida política. Los que no quieren formar parte de España no pueden estar en sus instituciones. No puedes poner a la zorra a vigilar el gallinero.
- reforma del TC, independencia del ministerio fiscal.
- ley de equilibrio presupuestario
De todo lo anterior tenemos cumplida experiencia en los 32 años de vida de la Constitución de 1978. Los partidos gobiernan España como su cortijo, en beneficio propio, no hay verdadera democracia en la selección de candidatos ni en las votaciones, la corrupción es general. Las autonomías son un agujero de recursos y una fuente de problemas territoriales, uno de ellos el de la imposición lingüística. La justicia en España es un manfiesto cachondeo -aunque a cierto alcalde le condenasen por decirlo- en manos de los partidos políticos y nuestro presupuesto no hay por donde cogerlo.
Por eso, es tan digna de apoyo y alabanzas una iniciativa como la del sábado 27 de Noviembre - “CONGRESO DE PLATAFORMAS SIGLO XXI” con la que pretende sentar las bases para estimular y afianzar el movimiento cívico español. Por modestos que sean convocantes y participantes, tiene un gran valor simbólico y moral y sobre todo de futuro para el movimiento cívico: aqui puede estar la semilla del árbol que un día crecerá y dará sus frutos en una sociedad civil fuerte, con capacidad de influencia, libre independiente y no subvencionada cuyo único interés sea el bien y la prosperidad de España y los españoles.
Estos modestos ciudadanos que están dedicando sus recursos a intentar movilizar a la sociedad civil ya están poniendo nerviosos a algunos políticos, pronto se verán las consabidas descalificaciones (Tea Party, extrema derecha, etc). Todo valdrá para evitar que este movimiento tenga éxito; su éxito será el fracaso de los partidos políticos al uso. Por eso, ¿qué no estarán dispuestos a hacer para ponerle palos en la rueda?. Harán lo que sea para que fracase.
Hagamos nosotros, los ciudadanos de bien, lo que tengamos que hacer -cada uno a su manera- para que triunfe. Nos jugamos mucho y no podemos perder más apuestas en esta partida.
No lo podría decir mejor yo mismo. Gracias José.
ResponderEliminarEsto ya está hecho, aunque sea un fracaso, será un exíto porque habrá abierto una brecha y otros conseguiran alcanzar la cumbre. Esto marcará un antes y un despues de la historia de España.... palabra de Juanvi
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