viernes, 6 de abril de 2012

¿Vivimos por encima de nuestras posibilidades?

Hace 20 años, en 1991,  para comprar un piso pedí un préstamo hipotecario al 13,41% y, para pagarlo, tuve que hacer los sacrificios normales en una familia que quiere pagar sus deudas llevando su existencia con cierta dignidad.  10 años más tarde lo vendí y compré otro algo más grande pero en la misma zona en la que el metro cuadrado costaba ya un 50% más; por otro lado el tipo de interés había bajado del orden de 10 puntos. Tipos de interés y precios de la vivienda se mueven en sentido inverso, a mayores tipos de interés, menos demanda de préstamos hipotecarios, menos demanda de pisos, precios más baratos. Y a la inversa, a menos tipo de interés más demanda de préstamos, más demanda de pisos, subida de precios.
Desde finales de los 90, el precio de los pisos crecía del orden del 10-15% anualmente por efecto de una permanente bajada de los tipos de interés de los préstamos hipotecarios.
Los tipos de interés se mantuvieron bajos hasta que en el año 2008, para controlar la inflación desbocada , el Euribor alcanzó su máximo del 5,419% por las sucesivas subidas aprobadas por el Sr. Trichet , lo que junto al comienzo de la crisis y crecimiento del paro, hizo que muchas familias empezasen a impagar las mensualidades de sus hipotecas.
Los tipos de interés en Europa y Estados Unidos están totalmente controlados por las autoridades monetarias y su mantenimiento en niveles artificialmente bajos no es imputable al demandante de préstamos para compra de vivienda. Éste lo que quiere es obtener financiación al coste más bajo posible pero no puede intervenir en la fijación del tipo de interés, salvo pequeñas oscilaciones por las condiciones particulares del cliente y la escasa competencia entre los bancos. Es decir, el comprador de vivienda se adhería -y todavía lo hace, si puede-  a unas condiciones que le venían dadas, ya fuesen del 13,41% o del  2,5% aunque lógicamente prefiriese tipos  reducidos.
Por tanto, la responsabilidad en la expansión del crédito de las familias y el nivel de riesgo asumido por las entidades bancarias no podemos buscarla en el consumidor de entonces y contribuyente de ahora. Ese concepto, discutido y discutible, deberíamos buscarlo y seguramente lo encontraríamos en el presidente del Banco Central Europeo, del Banco de España y de todos los dirigentes políticos que colaboraron en esa política de crédito artificialmente barato de tipos de interés totalmente intervenidos.
Por tanto, las familias no vivían por encima de sus posibilidades. Vivían o vivíamos engañados por unas autoridades financieras y políticas irresponsables que se apuntaron al carro del crecimiento desbocado mediante la intervención y control del tipo de interés.  Prueba de ello es la situación de numerosas cajas de ahorro que buscan desesperadamente fusiones, absorciones y otras fórmulas de salida de la calamitosa situación a la que la han conducido sus pésimos directivos con el consentimiento del Banco de España.
Los ciudadanos no han vivido por encima de sus posibilidades, han aprovechado las oportunidades que han tenido. Los que han vivido por encima de sus posibilidades son los que sabían lo que estaba ocurriendo y lo permitieron, los que engordaron la bola de los riesgos crediticios sobre bienes reales sobrevalorados
Con esto no estoy pidiendo la condonación de deudas ni la dación en pago con efectos retroactivos sobre préstamos hipotecarios antiguos. Cada cual debe asumir su parte y cumplir los contratos que haya firmado. Lo que hago es fijar el foco en quienes nos llevaron hasta aquí, que no pueden ser los mismos que nos saquen y seguir teniendo en sus manos la varita mágica para fijar los tipos de interés a su capricho y conveniencia permitiendo el crecimiento desmedido del crédito el cual debería regirse por la libertad de mercado, como casi todo.
Por eso, cuando oigo aquello de que esta crisis financiera fue provocada por las políticas neoliberales aplicadas y la actuación de los filibusteros especuladores, no hago más que decirme que ha sido justo al revés: las políticas socialistas de control e intervención en los mercados financieros fijando los tipos de interés como herramienta de política económica para el control de la inflación e impulso del crecimiento son las que nos han traído hasta aquí. Nada es eterno y en la economía menos todavía, siempre hay vaivenes, a veces se sube  otras se baja,  los mercados no se pueden controlar generando situaciones ficticias en la que los agentes económicos toman decisiones sobre la base de esas premisas ficticias: tipos de intéres articificialmente bajos y durante un periodo indefinido.
En otro momento, más adelante, veremos como esa situación de “mundo de yupi” ha afectado a España y ha agravado lo que ya se había iniciado en 1978 al aprobar una estructura territorial que no nos podíamos permitir y que ha desembocado en el despilfarro de los recursos y la corrupción generalizada.  Aquí las responsabilidades son compartidas, la ciudadanía tiene gran parte de culpa, al no ser capaz de ver que un país debe ser administrado como una familia o una empresa: con pies de plomo, máxima austeridad, mínimas inversiones y el mínimo personal posible, pero ya se sabe que en España todos queremos ser funcionarios.  Igual que un padre no da una carta de derechos a sus hijos, el Estado no puede conceder derechos a los ciudadanos que luego no pueden cumplirse. Salvo la igualdad de ante la ley.